Modificación conductual en entorno familiar
En muchas ocasiones nos resulta difícil educar a un niño, pero siempre es posible hacerlo.
La clave está en el establecimiento de normas y límites en los primeros años de la vida, mientras los niños y niñas están aprendiendo qué comportamientos son aceptables. Si conseguimos enseñar a nuestros hijos cómo deben proceder para actuar de manera adecuada y sabemos hacerlo desde el respeto, la calma y el amor, podremos prevenir la aparición de dificultades a lo largo de su desarrollo personal y lograr una mayor sensación de pertenencia activa y responsable dentro del mundo social, familiar y escolar.
¿Por qué poner límites?
Educar de manera efectiva implica necesariamente poner límites a los pequeños. Los límites son necesarios para un desarrollo sano y un crecimiento feliz de los niños y niñas.
Desde un primer momento, las personas estamos inmersas en un sistema de relaciones de distinto tipo, nuestro mundo es social. Los niños y niñas tendrán que desarrollarse personal y socialmente. En este desarrollo los pequeños tienen un abanico enorme de conductas y actuaciones, entre las que tendrán que seleccionar las adecuadas. Los límites les aportan la información para conocer qué conductas son adecuadas y cuáles no, cuando se comportan bien y cuando no, y entender también el porqué.
Educar de manera efectiva implica necesariamente poner límites a los pequeños
Es fundamental y necesario, que aprendan a actuar de manera responsable y autónoma, comprendiendo que hay cosas que no se deben hacer, que no se puede conseguir todo lo que se quiere cuando se quiere y que toda acción va seguida de una consecuencia. De esta forma serán adultos responsables, con autonomía para actuar por sí solos, seguros de sí mismos y capaces de tomar sus propias decisiones, con una moral firme y apropiada.
¿Por qué resolver los problemas dentro del propio ambiente familiar?
El terapeuta puede evaluar “la realidad”.
Cuando una familia pide ayuda o consejo a un profesional, trae consigo su verdad, es decir, su vivencia personal de lo que está ocurriendo. Pero no siempre su vivencia personal refleja la situación objetiva ni explica el problema específicamente. A veces solo observamos la realidad de forma parcial o la adaptamos a nuestras propias experiencias o necesidades. Contar con la posibilidad de valorar in situ la situación problemática, nuestra manera de enfrentarla, analizar las respuestas de cada miembro de la familia y las implicaciones emocionales que subyacen, nos ayuda a comprender y a buscar una solución ajustada y rápida.
Se aprende mejor si vemos a otro “actuar”
El aprendizaje por modelado es una de las herramientas más útiles cuando queremos cambiar una conducta, bien sea la nuestra como padres o la de nuestros hijos. Ver a otros manejar nuestros problemas, interpretándolos de otra forma, tomando decisiones diferentes a las nuestras, que además consiguen resultados positivos para nuestra calidad de vida, nos enriquece y nos llena de estrategias para desempeñarnos como padres conscientes, razonables y maduros.
Unifica criterios entre padre y madre
Como sabemos, cada persona es fruto de sus propias experiencias educativas previas, que tienen un gran peso en su vida familiar actual y que determinan en gran medida su rol de padre o madre. Por este motivo, en ocasiones es difícil aunar criterios y tomar decisiones educativas conjuntas que tengan sentido interno para cada miembro individual.
Disponer de un asesor que pueda mediar para que este proceso se desarrolle con naturalidad y equilibrio, evitando deterioros en la relación de pareja, es un ventaja que nosotros queremos poner su disposición.